Composición química y sus beneficios para nuestro organismo
Existen, básicamente, tres variedades diferentes de
remolacha, utilizadas para distintos fines:
Remolacha
forrajera. Cultivada básicamente para la alimentación animal.
Remolacha
azucarera. De tonos blanquecinos, dedicada a la industria azucarera.
Remolacha de Mesa o de Huerta, a su vez, se
encuentra dividida, según su forma, en esférica o ilustrada, larga e
intermedia. Es la que se consume como hortaliza y destaca por ser un alimento
especialmente rico en antioxidantes y en vitamina C.
La variedad de mesa que se adquiere se debe observar que las piezas mantengan una
piel lisa y tersa, con aspecto redondo y carnoso, firme al tacto, en
tonalidades de rojo intenso.
Las remolachas se deben conservar en casa en el
refrigerador, sin lavarlas, en el interior de bolsas aislantes.
Es
aconsejada en casos de anemia, enfermedades de la sangre y convalecencia debido
a su alto contenido en hierro. Mantiene mejor las propiedades cuando está
cruda, si la cueces, hazlo con la piel y se la quitas después.
Flavonoide: Son colorantes naturales de los vegetales, ayudan a la absorción de la vitamina C, tiene acción antioxidante.
Folato: Pertenece a la familia de las vitaminas B, se necesita para la síntesis, la reparación y el funcionamiento del ADN y el ARN, y para la producción y el mantenimiento de células nuevas especialmente en periodos de crecimiento rápido, como la infancia o el embarazo.
Luteína: es un pigmento amarillo de la familia de los carotenoides, está presente en ojos, sangre, piel, cerebro y pecho protege la vista de los daños en las membranas de las células de los tejidos oculares, actúa como un filtro de luz, protegiendo la vista de algunos de los efectos dañinos del sol.
Zeaxantina: al igual que la luteína, es un pigmento amarillo de la familia de los carotenoides, tiene funciones protectoras frente a los daños que generan los radicales libres. Ambas se encuentran en la macula ocular.