El envejecimiento es un proceso que ocurre
irremediablemente en todos los seres vivos
Los factores externos juegan un papel muy importante en su
modulación.
Se ha demostrado hasta ahora que la longevidad en el ser humano
depende esencialmente de dos factores: la genética familiar y los hábitos de
vida. Quizá la población siempre atribuye llegar a ser más longevo con la
genética, pero hoy en día se estima que la longevidad de un individuo depende
en un tercio de su genética y en dos tercios de sus hábitos. La primera causa
que se ha probado para llegar a edades más altas es sin duda nuestros hábitos
de vida.
La obesidad, la alimentación, hábitos tóxicos, hábitos tóxicos, labores que se realizan, horas
de descanso, sedentarismo, contribuyen a acortar la vida. De ahí que lo
principal, para prevenir la longevidad, sea tanto llevar una vida sana como
combatir las causas externas de envejecimiento.
Numerosos estudios han demostrado que dormir menos de lo
estipulado (entre 7 y 8 horas diarias), envejece, sobre todo si lo hacemos con
ritmo desfasado de horarios (nocturnidad), rompe patrones metabólicos bien
establecidos, que el cuerpo no acepta,
haciendo que nuestros sistemas trabajen sin concatenación en ritmo horario,
acorde al ciclo crono del organismo humano.
La alimentación es un pilar básico, proveer de nutrientes
orgánicos, bajos en grasa y azucares refinados, capaz de hacer liberar más
radicales libres, y con buen aporte de vitaminas, oligoelementos, colágeno,
etc., hacen de nuestra alimentación algo más sana y eficaz.
Aun así, no es este el factor principal: el cambio
climático, los efectos del sol, las radiaciones y el nivel de estrés, producen
lesiones a distintos niveles, que conducen finalmente a un acortamiento de la
vida.
Quizá la más afectada por estos factores sea la piel y las
faneras, por ser las más expuestas, pero el nivel de aceleración en el proceso
de envejecimiento ocurre de igual modo en todos los órganos, por ello es poco
comprensible la estética corporal, sin un verdadero énfasis en la orgánica, que
es en realidad donde más actúan los agentes oxidantes, haciendo más lento todo
el metabolismo celular, mas indefenso nuestros órganos internos, y con una
respuesta más lenta ante cualquier agresión.
Haciendo balance sobre estos tópicos podemos concluir, que
el trabajo de envejecer es algo maravilloso, acarrea un nivel de experiencia
cognitiva importante, llegar a la tercera edad es símbolo de haber tenido una
vida plena, pero si podemos llegar con más salud, y menos signos de
envejecimiento, será algo también que nos colocara en un lugar privilegiado,
aunque para ello hay que empezar desde la infancia. Por ello es importante
inculcar buenos hábitos alimentarios a nuestros hijos, hacer de esto una práctica
diaria, y mantener la actividad corporal para que la energía fluya mente cuerpo
y viceversa. Al menos habremos logrado llegar con más aptitud ante el
envejecimiento inexorable, y le daremos cara con más vitalidad.
No dejamos de envejecer porque hagamos una mayor ingesta de
vitaminas, ni porque comamos menos, pero si dentro de ello, hacemos una buena selección
de los alimentos, e ingerimos menos alimentos nocivos (carnes rojas, harina y
pastas con azucares refinados, grasas saturadas de origen animal, etc) y sustituimos
todo estos alimentos por frutas, carnes blancas, pescado, vegetales, mariscos,
y suficiente agua, nuestro cuerpo lo agradece porque libera más fácilmente los
radicales libres, producto del desecho metabólico. Evitar que los radicales
libre se produzcan en exceso, compensar estos efectos incrementando la
aportación al organismo de antioxidantes y facilitar la eliminación de los mismos juega un papel
importante para alcanzar una mayor longevidad.
El ejercicio y la dieta mantienen la mente y el cuerpo sano permite
al organismo envejecer más lento, y hacen que nos sintamos mejor, que es en
realidad lo que necesitamos ante el complejo proceso de envejecimiento celular.